sábado, 21 de diciembre de 2013

Castillejo de Mesleón: Nª Sª de la Asunción


En las afueras del entorno urbano de Castillejo de Mesleón, enclavada en un hermoso valle y a escasos metros de la Autovía del Norte y su importante trasiego de vehículos, la impresionante mole de la iglesia románica de Nª Sª de la Asunción llama, aún ya en la distancia, la atención del viajero. Se trata de un edificio del siglo XIII, y aunque se encuentra actualmente muy modificada, todavía conserva elementos de interés, así como una elegante prestancia. Éstos elementos se refieren, principalmente, a la cabecera, si bien los detalles ornamentales mantienen una sobriedad típica cisterciense, no habiendo sido, en su conjunto, respetados por el tiempo y la erosión y tampoco por cierto párroco, de nombre Miguel González Rodrigo quien, en 1689, realizó un completo desaguisado, destruyendo el ventanal central. Tiene adosado, en su lateral norte, el pequeño cementerio municipal, mientras que del lado sur, hoy día totalmente cubierto, bien se pudiera hipotetizar sobre la posible existencia, en origen, de una galería porticada, muy similar, por ejemplo, a la de Requijadas y su iglesia dedicada a la figura de la Virgen de la Vega. Oculta, pues, a la vista, queda la portada original, de cinco arquivoltas y cuatro capiteles que, según  algunas fuentes (1), muestran el martirio de los inocentes, arpías, probablemente a Sansón luchando con el león y otra escena de guerreros. En la parte oeste, y acompañando a la impresionante espadaña, se aprecia, así mismo, una torre semicircular, cuya presencia puede indicar la posibilidad, muy corriente en las épocas de inestabilidad y reconquista en las que se levantaron sus cimientos, de que el templo cumpliera, además, la secundaria función de fortaleza. A pesar de todo, continúa siendo un elemento destacable del románico segoviano, y justamente declarada Monumento Histórico Artístico. 


(1) David de la Garma Ramírez: 'Rutas del románico en la provincia de Segocia', Ediciones Castilla, 1998, páginas 119 a 121.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Cerezo de Arriba: iglesia de San Juan Bautista


De similares cuando no idénticos orígenes que su homóloga de Abajo, Cerezo de Arriba es otra población, cercana también a esa Autovía del Norte que atraviesa la Meseta, en cuyo templo histórico, dedicado a la emblemática figura de San Juan Bautista, aún sobreviven interesantes elementos de orígenes netamente románicos, independientemente de que el conjunto del templo esté muy modificado. Dichos elementos se localizan, principalmente, en la cabecera o zona absidal; y como era común en el estilo artístico y religioso de la época -siglos XII y XIII-, conforman un auténtico laberinto de alusiones a la rectitud y el pecado, especialmente elaborados para mantener a raya a un pueblo que, aunque analfabeto, todavía conservaba, no obstante, una apertura mental suficiente para entender el lenguaje primigenio del símbolo. Por eso, además de las típicas referencias foliáceas -alusivas, en muchas ocasiones, al sentido de Paradisum que se daba a la naturaleza, y en consecuencia, a los jardines-, las rosetas de origen oriental y los entrelazados celtas, no es difícil volver a encontrarse con esos elementos mitológicos que personificaban la malicia y, por defecto, los malos hábitos y el pecado. Entre ellos, y como en el caso de la parroquial de Cerezo de Abajo, son notables las sirenas de doble cola -en algunos templos de Palencia y Cantabria, esta misma personificación de la lujuria se muestra con el sexo a la vista-, y las arpías, arquetípica representación, de hecho, de las primigenias sirenas. Grifos y basiliscos, también forman parte del repertorio principal, que se localiza, precisamente, en las piezas mejor conservadas: los ventanales del ábside. Se supone, que el taller que levantó esta iglesia de San Juan Bautista, participó también en las de Castillejo de Mesleón y Languilla.

martes, 10 de diciembre de 2013

Cerezo de Abajo: sirenas y basiliscos



Hay constancia, de que antes del año 1247, el actual pueblo de Cerezo de Abajo era conocido como Cerezo de Yuso –que quiere decir, de abajo también- siendo la opinión generalizada de los historiadores, que dicho topónimo hace referencia a la repoblación emprendida por los reyes hispanos a partir del siglo XI. Se sabe, así mismo, que en fecha tan temprana como el año 1076, los burgaleses cruzan la frontera del Duero y comienzan a establecerse en estos territorios, otorgándoles, de paso, los nombres de sus pueblos de origen. Por esas fechas, el rey Alfonso VI, confirma los fueros de Sepúlveda y dona al monasterio de Santo Domingo de Silos, lugares cercanos y de gran importancia histórica y artistica, como el Priorato de San Frutos, situado en las inmediaciones de Sepúlveda, en pleno corazón de las Hoces del Duratón o, como se denominaba hasta tiempos relativamente recientes, el desierto del Duratón. Su situación, a un lado de esa autovía del Norte que atraviesa la Meseta como una infinita anaconda, hace de Cerezo de Abajo un pueblo relativamente bien comunicado y de fácil acceso. De su riqueza artística, cabe destacar la iglesia de San Román, donde se puede admirar una, cuando menos curiosa portada románica, que pone los pelos de punta por el grotesco bestiario fantástico que exhibe. Si bien es cierto, que dicha portada no es originaria del lugar, sino que procede de la cercana población de Mansilla –posiblemente, de su iglesia, dedicada a la figura del Evangelista San Marcos, muy transformada también en la actualidad-, exhibe interesantes detalles que merece la pena descubrir.
De esta puerta sobria pero equilibrada, utilizando palabras de David de la Garma Rodríguez (1), además de esas espeluznantes y maléficas alusiones al pecado, que conllevan un puntual aviso a los peligros que esperan a aquéllos que se aparten de una vida recta, estrictamente determinada por las severas recomendaciones de la Santa Madre Iglesia, hay algunos detalles añadidos que merecen la pena referenciarse también. Por eso, junto a las parejas de sirenas de doble cola, grifos de ambivalente significado, fieros leones y terribles basiliscos de mirada mortal, se pueden observar otros interesantes detalles que, no obstante corrientes y profusamente utilizados en la imaginería simbólica medieval, tienen en la presente portada, cuando menos, una curiosa distribución y relevancia. Esto se hace patente en la arquivolta principal, donde se aprecia un interesante y doble entrelazado vegetal que, aparentemente adquiere la forma de una continua sucesión de símbolos del infinito, en la parte central de cuyas elipses, el artista cantero introdujo, como motivo principal, esa referencia a la unión y la inmortalidad, que es la piña. Interesantes, aunque comunes también, son las rosetas, de marcado carácter oriental, que se aprecian como motivo definido de otra arquivolta, situada por debajo de la arquivolta mediana, cuyo entrelazado, por alusión y comparación, se ha convenido en denominar como jaqués. Completan las referencias artísticas, dos capiteles empotrados en el muro, por encima del pórtico. Muestra el de la izquierda un águila, símbolo solar y de poder, cuyas garras mantienen apresada a una liebre, animal terrestre y por añadidura, considerado como impuro en culturas bíblicas como la hebrea. El capitel de la derecha, por último, representa lo que, a juzgar por sus características, podrían ser dos guerreros enfrentados, temática característica, así mismo, de una época, la medieval, donde las luchas y enfrentamientos ocupaban un lugar privilegiado en la historia social de los pueblos.

 
(1) David de la Garma Rodríguez: 'Rutas del románico en la provincia de Segovia', Castilla Ediciones, 1998, página 123.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Sotosalbos: visitando las interioridades de San Miguel Arcángel



Posiblemente, si se tuviera que determinar un referente sobre el denominado románico del Pirón, el templo de San Miguel Arcángel, de Sotosalbos, estaría a la cabeza de una serie de lugares, en los que las hermandades medievales de canteros dejaron una impronta muy particular. Situado en las proximidades del puerto de Malangosto, Sotosalbos se complace en recordar, a todo visitante que llega al pueblo atraído por las excelencias artísticas de su iglesia, al que fuera el más famoso de todos los párrocos que ejercieron aquí su ministerio: el Arcipreste de Hita, aquél que, en su conocido Libro de Buen Amor, y dejando aparte muchas otras exquisiteces, ensalzaba la frescura y belleza de las mujeres serranas del lugar.
Declarada Monumento Nacional el 17 de mayo de 1973, opinan los expertos que en su factura y ejecución, se localizan dos fases constructivas bien diferentes: una primera fase, relativa a la cabecera, cuya forma de herradura sugiere unos inicios prerrománicos referidos al siglo XI, y otra fase posterior, o segunda que, basándose en la torre de tres cuerpos, la galería porticada y el resto de la nave, se remontaría a las postrimerías del siglo XIII.

Por otra parte, y en base a la gran y variada riqueza ornamental de los capiteles de su pórtico, las numerosas series de canecillos y el singular número de metopas, no sería una exageración, en modo alguno, considerar a este templo como una microcósmica enciclopedia pétrea en la que, como era costumbre en la época, se alternan no sólo unos conocimientos geométricos extraordinarios, sino también toda una amplia gama de situaciones de índole antropológica que reflejan, de una manera genuina, el mundo religioso, político y social que caracterizó a esa apasionante época de luces y oscuridades, que fue la Edad Media. Creencias que, una vez observadas, tanto individual como colectivamente, nos ofrecen en bandeja la conclusión de que, después de todo, y hogueras filosóficas aparte, nada fenece, sino que se integra, haciendo bueno el axioma científico que, aún referido a la materia pero extrapolado aquí a la religión, nada se crea ni se destruye, sino que tan sólo se transforma. Fácil, por tanto, resulta observarlo en la mezcolanza de elementos que hace una inequívoca referencia a culturas anteriores; culturas que, al fin y al cabo, no fueron totalmente erradicadas por el avance incontenible del Cristianismo, como podría ser la celta, sin perjuicio, tampoco, de aquéllas otras influencias de carácter oriental que fueron también asentándose en la Península siguiendo los ciclos imparables de la Historia.
Como la gran mayoría de iglesias de su género, también el interior de la iglesia de San Miguel Arcángel (1) constituyó, en tiempos, una pequeña Capilla Sixtina, a juzgar por los restos que conserva en su cabecera, de lo que fue un magnífico Pantocrátor, donde se perciben esas influencias orientales en el toro alado representativo de San Lucas. También la imaginería medieval tiene un amplio protagonismo, por lo que se puede decir que, aparte de las excelentes en origen aunque no muy bien conservadas tablas góticas que representan a conocidos profetas bíblicos –como Isaías y Jeremías y alusiones a las Virtudes Cardinales, donde los expertos barajan como posible autor a Nicolás Francés-, en el templo se localiza una magnífica talla, probablemente gótica también, de la Virgen de la Sierra, Patrona del lugar. Una talla que, además de guardar las características sedentarias y hieráticas de sus antecesoras, muestra un genuino referente en el higo que muestra en su mano derecha, fruto simbólico que hace referencia al Árbol del Paraíso, de la Ciencia o del Bien y del Mal, que genera también cierta controversia con la manzana tradicional. Igualmente, la imagen de San Miguel, sojuzgando al diablo –o a la antigua serpiente-, muestra, en su factura, esa delicadeza gótica, cuidadosa en los detalles, que comenzaba a servir de antesala para la posterior perfección renacentista. Relevante, así mismo, resulta la presencia de santos y santas inequívocamente relacionados con diferentes aspectos del misterio y el conocimiento: Santa Lucía, San Antón, San Roque y San Sebastián.

En definitiva, la iglesia de San Miguel Arcángel de Sotosalbos constituye, después de todo, una apasionante aventura histórico-artística al alcance de la mano, sobre todo en época estival y otras grandes festividades, cuando su apertura supone uno de los principales atractivos de la región.

 
(1)    Curiosamente, se observa también un antagonismo angelical entre los dos principales arcángeles, Miguel y Gabriel, siendo su ámbito de influencia o de protagonismo, el Cristianismo y el Islam, respectivamente.