lunes, 15 de diciembre de 2014

Sepúlveda: la cripta prerrománica de la iglesia de Santiago


Posiblemente, por su planta teóricamente más humilde y de factura mudéjar, donde se mezcla la piedra tradicional con el ladrillo, material más fácil de elaborar y por supuesto mucho más barato, la iglesia de Santiago, situada extramuros de la Villa de Sepúlveda, reclame menos atención en el visitante, que los demás templos románicos que, en mejores o en peores condiciones de conservación, sobreviven de todos aquellos -media docena, aproximadamente-, que originalmente había. De hecho, hemos de observar en este templo dedicado a la figura del Santo Patrón hispano, Santiago Boanerges, un destino muy similar al que le ha tocado en suerte a aquél otro que ya tuvimos oportunidad de ver en este blog, dedicada a las figuras de dos santos gemelos, Justo y Pastor: la de haber sido reconvertido en Centro de Interpretación, aunque en ésta ocasión, de las magníficas Hoces del río Duratón. No ha de extrañarnos, por tanto, una vez entrados en su interior, encontrarnos con multitud de objetos y referencias -tanto ecológicas, como geológicas, como biológicas-, que llaman la atención sobre multitud de aspectos, que poco o nada tienen que ver con la función original del templo. Un templo que, si bien austero en su ornamentación y humilde, aparentemente, en su constitución, tiene, sin embargo, algunos detalles de interés, entre los que sobresale, desde luego, su cripta. Una cripta antigua, prerrománica, según rezan los carteles, cuya existencia se remonta a aquellos nebulosos siglos -X y XI- en los que el brazo fuerte y el ánimo de independencia de ese gran personaje, que fue el conde Fernán González, comenzaban a forjar parte de la inconmensurable leyenda de Castilla. Una cripta que, contra lo que cabe suponer, no está en esas entrañas de la nave, sino en su piso superior. Un piso superior, que parece formar parte de la misma roca de la ladera donde se sitúa su lado norte y donde, excavados, así mismo, en la férrea superficie de la madre viva, algunos sepulcros de aspecto antropomorfo conservan aún parte de los anónimos cuerpos humanos que hace, cuando menos un milenio, albergaron. Débilmente iluminada, su aspecto adquiere, según sea la imaginación del visitante, la sórdida lobreguez de esos reinos de fantasía lovecraftianos, donde el más leve susurro, quizás del entramado que permite el paso y sirve, a la vez de mirador, pueden producir cierto estado de nerviosismo, difícil de superar.


2 comentarios:

KALMA dijo...

Buenos días!!! ¡Qué pasada! Es lo que me sale al ver esas camitas pétreas que no tengo el gusto de conocer, ni tan siquiera, sabía de su existencia, y que puedo añadir, Sepúlveda es un buen destino para comer cordero asado en navidades! Un beso.

juancar347 dijo...

No sabía yo qué te iba a atraer más, bruja, si las camas de piedra, como dices, o el suculento corderito asado sepulvedano, ja, ja... No dejes de ver la cripta la próxima vez que vuelvas, merece la pena. Un abrazo