domingo, 23 de noviembre de 2008

Maderuelo: ermita de la Vera Cruz

'La historia contiene a menudo secretos para los que no vale expurgar crónicas ni pergaminos, porque las incógnitas de sus más profundos motivos siguen ahí, dando cuenta de ciertas realidades que -hoy lo mismo que ayer- permanecen sin documentar, como fruto que son de un secreto transmitido de viva voz, perdido en el silencio de los claustros o de los viejos salones de piedra'.
[Juan García Atienza: 'En busca de la historia perdida', Ediciones Martínez Roca, 1983]
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¿Quién fue ese mago del pincel, ese Salvador Dalí medieval, que de forma anónima y probablemente ignorando que su trabajo despertaría la admiración del mundo siglos después de su muerte, pintó semejante maravilla en un siglo -el XII-y en una tierra convulsionada por los avatares de infinitas batallas encaminadas a reconquistar un país, siglos ha tomado poco menos que como un paseo militar, por los invasores árabes?. Se ignora. No obstante, y ateniéndonos a lo que podríamos denominar como 'la ley de las comparaciones razonables', algunos expertos, sospechan un origen decididamente italiano en este Maestro que, de similar manera a la sencilla humildad de la ermita que las cobijó hasta el año 1947, en que fueron trasladadas al Museo del Prado, ha pasado por la Historia poco menos que inadvertido.
En efecto, basándose en el estudio de la técnica, de los detalles y de los defectos observados en los frescos -esto hace plantearse la cuestión de que ni siquiera los genios son infalibles- los expertos tienden a identificar las manos de este anónimo autor, como las responsables, también, de los frescos que decoran el ábside de la iglesia catalana de Santa María de Tahull, situando el año de actuación en 1123, fecha en la que, al parecer, se consagró dicho templo.
De una u otra forma, no deja de ser asombroso el detalle de que, de igual manera que ocurre con la ermita de San Baudelio de Berlanga, tanta sencillez esconda tan grande y maravilloso tesoro. Por desgracia, las improntas de las pinturas se advierten con menor detalle en la ermita de la Vera Cruz que en la ermita de San Baudelio. Y aún así, no deja de ser toda una experiencia permanecer el tiempo suficiente en el interior de su pequeña capilla, e imaginársela en toda su gloria -a éste respecto, la réplica del Museo del Prado es poco menos que perfecta- salvaguardando el lignum crucis que, según la tradición, custodiaban con celo los hermanos del Temple, propietarios del lugar.
Una aventura, pues, que recomiendo y que continúa una vez atravesado el puente que se extiende sobre las aguas del embalse de Linares, y se accede al pueblo de Maderuelo, que a pesar de que el fantasma de la despoblación se cierne sobre sus calles, no deja de conservar gran número de secretos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tu comentario y sobre todo por el video. Me han encantado. Buscaba información para un trabajo y, al margen de esto, has conseguido que me enamore de la ermita y sus frescos. No tardaré en hacerles una visita.

juancar347 dijo...

Gracias a ti por tu amable comentario. Me alegro mucho que te haya servido lo que he escrito, acompañado del vídeo; pero no puedo arrogarme el haber conseguido que te enamores del lugar: el lugar en sí es el único responsable, aún a pesar de que ya no brille como antaño. Pero es cierto que tiene algo muy especial, y siempre tendremos el consuelo de poder acudir al Museo del Prado (por fortuna, no nos lo han robado los americanos) para ver una rèplica exacta con las pinturas originales. Saludos cordiales y Feliz Navidad