Aislada entre prados, sin otra
compañía durante la mayor parte del año que las reses de ganado vacuno que
pastan libremente a su alrededor y observan de reojo a los ocasionales
vehículos que vienen o van hacia Revenga por la carretera general, una hermosa ermita
románica, probablemente de finales del siglo XII y principios del siglo XIII,
llama poderosamente la atención: Santa
María del Soto. Cierto es que, como sus predecesoras de Madrona y Nava de
Riofrío, tampoco en su estructura el tiempo ha sido su peor enemigo, aunque los
hombres, quizás por algún tipo de milagroso remilgo, no hayan sido tampoco,
después de todo, tan insensibles como en otros lugares, si bien parece evidente
que de haber sido más cuidadosos a la hora de conservar los elementos ornamentales,
sobre todo referidos al ámbito de metopas y canecillos, el mensaje simbólico
hubiera resultado, sin duda, muy interesante y enriquecedor. Tampoco la
favorecen, en absoluto, las antenas que se aprecian en el tejadillo de la nave.
Una nave, no obstante, que todavía conserva su planta original –ábside o
cabecera semi-circular y nave rectangular-, aunque no queda rastro alguno de su
torre campanario, si es que alguna vez la tuvo. Posee, así mismo, dos portadas
originales: una reducida y bastante simple, orientada a poniente y la portada
principal, situada en el lado sur. Ésta muestra elementos de interés, si bien
algunos de ellos se observan demasiado nuevos, de novísima creación aunque
posiblemente manteniendo el detalle original, como demuestra, entre otros, el
motivo de la cigüeña peleando con la serpiente, en un diseño muy frecuente
entre la simbólica del denominado románico
del Pirón. Los motivos de los capiteles, sobre cuyas bases se sustentan las
arquivoltas, apenas pueden ser identificados, si bien el de la izquierda parece
mostrar algo de tipo serpentino. Interesan, sin embargo, los motivos de las
arquivoltas principales, inferior y superior. De la arquivolta inferior,
formada por diseños eminentemente foliáceos aunque bien elaborados, sobresale
el motivo central: una mano. Una mano diestra, para más señas –la mano derecha
de Dios, nunca la izquierda- que, similar a aquélla otra que se puede apreciar
también en la portada principal de acceso al santuario sepulvedano de la Virgen
de la Peña, mantiene señalando hacia lo alto los dedos pulgar, índice y corazón
y cerrados los dedos anular y meñique. Más variados y en algún caso escabrosos –uno
al menos, parece mostrar sexo entre animales- los motivos de la arquivolta superior
muestran algunos detalles interesantes. No sólo la lucha entre la cigüeña y la
serpiente, que parece perder la partida, sino que además hay otro que parece
mostrar, así mismo, una escena de lucha desigual entre una serpiente y un
cuadrúpedo, tal vez un toro o un león; motivos foliáceos y en algún caso,
también antropomorfos.
El ábside, por otra parte, conserva un pequeño ventanal.
De que en algún momento debió amenazar ruina o incluso derrumbarse en parte, da
testimonio, en la parte superior, el relleno de ladrillos modernos, lo que
puede explicar la falta de las metopas y canecillos que se comentaba al
principio, que debieron de ser numerosos en origen, y de los que apenas
sobreviven, en el lado norte, varios elementos no exentos de interés: un Sello de Salomón y otro motivo
conformado por nudos. Sea como sea, y aún con estas lamentables carencias,
tenemos en ésta ermita de Santa María del Soto un hermoso ejemplo de templo
románico, que merece la pena ver y tener en consideración.
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