Otro de los templos más
representativos del impresionante conjunto histórico-artístico y
particularmente románico de Segovia capital, es aquel dedicado a la figura de
un santo muy especial, por su conexión con el Santo Grial que se custodia en la
catedral de Valencia: San Lorenzo. Cuenta la tradición, y así lo confirma
también Santiago de la Vorágine, que cuando se produjo la conquista de Roma por
los ejércitos del bárbaro Alarico, el Papa le encomendó a uno de sus diáconos
de confianza –San Lorenzo-, la puesta a salvo del Santo Cáliz. San Lorenzo, a
su vez, lo confió a unos soldados foráneos, como él, de Huesca y éstos, a su
vez, lo entregaron a la comunidad de monjes establecida en el sorprendente
monasterio jaqués de San Juan de la Peña, donde permaneció velando el sueño
eterno de los reyes y nobles de Aragón –el antiguo Sobrarbe-, hasta que el rey
Martín el Humano lo mandó a la capital del Turia, después de que el preciado
objeto pasara por lugares como Barcelona y la Aljafería zaragozana. De hecho,
en la iconografía de este templo, que hemos de situar en una magnífica plaza de
época que todavía conserva una parte muy atractiva de su antiguo y peculiar
encanto medieval, hay escenas muy relacionadas, entre las que no faltan, por
supuesto, aquellas referentes, también, a uno de los grandes mitos del
Cristianismo: la Adoración de los Magos.
Otra escena relevante, aparte de
los numerosos detalles de interés –como los animales y personajes que se vislumbran
a través de zarcillos vegetales, entre los cuales destaca la presencia de los
dos machos cabríos afrontados, que apuntan, posiblemente, a la acción de un
mismo taller que ejerció su influencia tanto en Segovia capital, como en
pueblos de alrededor, de los cuales dos ejemplos relevantes serían Duratón y
Orejana-, es el Descendimiento, si bien es cierto que la acción de desgaste
ejercida por el tiempo sobre la piedra, no ha sido precisamente benévola y por
esa causa, se pierden muchos detalles. La danza, parece formar parte también de
la temática de este templo del siglo XII, que cuenta –como muchos otros templos
de la zona y estilo-, con triple ábside o cabecera y otros interesantes
detalles, como una portada y parte de la torre, de influencia mudéjar.