Muy
reformada también, aunque no tanto como para no observar con cierto interés
aquellos sublimes elementos que sobreviven de su fábrica original, la cual
podríamos remontar a finales del siglo XII o principios del siglo XIII, la
iglesia parroquial de Madrona, dedicada a la
Virgen de la Cerca, nos ofrece, así mismo, detalles cuando menos
suficientes para arrogarnos el derecho a la especulación. Especulando, pues, de
manera objetiva o subjetiva, según se mire, resulta interesante, no obstante,
observar la proliferación de templos dedicados a la figura mariana –que, aunque Madre de
Dios, apenas se la dio importancia en los primeros tiempos del
Cristianismo-, que proliferan por esta parte occidental de la geografía
segoviana, colindante con Madrid. Este detalle, que puede parecer
intrascendente en un principio, nos da pie, sin embargo, para especular con una
posible suplantación de deidades de
índole matriarcal, que posiblemente proliferaran en el entorno, antes de la
llegada de la Nueva Religión.
Cerrada
a cal y canto por una semirotonda pétrea, el templo todavía conserva, en
aceptable estado, parte de su hermosa galería porticada, en la que, si bien los
motivos de los capiteles denotan una austera composición foliácea, no ocurre lo
mismo, curiosamente, con la rica imaginería desplegada en las motivaciones de
los canecillos y las metopas. Tanto unos como otras, nos ofrecen unas
composiciones plenas de referencia solares, donde no faltan, diestramente
esculpidos, nudos, polisqueles, soles y cruces patadas conformadas por
zarcillos. A estos motivos, habría que añadir las múltiples referencias que se
aprecian, así mismo, a unos personajes muy representativos del estamento
medieval: frailes y milites. Otro
detalle interesante, es la mano creadora
que sostiene una cruz; una cruz en la que, casualmente, sobreviven restos de
pintura roja. Este símbolo de la mano –arquetipo universal, que ha acompañada
la aventura humana desde la época prehistórica, como así se constata en
numerosas cuevas-, se localiza en templos cercanos, aunque sin el objeto crucífero,
como puede ser el de la ermita de la
Virgen del Soto, en la vecina población que lleva el mismo nombre que una
importante necrópolis situada en tierras burgalesas, no muy lejos del
nacimiento del río Arlanza: Revenga.
No obstante, si de similitudes hablamos, y
en base a la comparación de motivos y ejecuciones, existe una sorprenden
similitud con lugares como Peñasrrubias de Pirón –ermita de la Virgen de la Octava- y
Torrecaballeros –iglesia de San Nicolás
de Bari-, como para suponer, cuando menos, la influencia no ya de un
determinado cantero, sino por el contrario, de un determinado taller asentado
en la zona. Sobre ésta última población y su iglesia de San Nicolás de Bari,
emplazada al pie de la carretera nacional 110 que conecta Soria con Segovia,
existen algunas referencias a aquéllos curiosos monjes-guerreros, entre cuyos
estamentos figuraba aquél que afirmaba que su
religión comenzaba y terminaba con Nuestra Señora: los templarios.
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